Viaje de Estudios Raggio

Mancomunados, alumnos, padres y profesores, lograron los fines perseguidos, un viaje a Europa para los futuros egresados. Los viajes se sucedieron desde 1962 el primero como piloto. Fue una experiencia muy enriquecedora que dejó abierto el camino para ser transitado por otros estudiantes desde 1966 hasta 1975, año en que por la economía hizo imposible continuarlos por los altos costos. En esta agrupación viajaban los alumnos, con mejor desempeño académico y comportamiento, acompañados por dos o tres docentes. La planificación y concreción de un viaje de estas características debía ajustarse a normas de procedimiento y escalonamiento de acuerdo con las distintas actividades extra escolares que se necesitaban cumplir: la conciencia de responsabilidad, el compañerismo y la solidaridad entre los integrantes del grupo; sentar bases de conocimientos general sobre costumbres, cultura y forma de vida de los probables lugares de visitas para una mejor adaptación al medio; la organización de actividades tendientes a la obtención de fondos económicos para permitir la realización de los viajes y de todas aquellas gestiones que pudieran ser necesarias. Por ello se habían establecido, a través de una resolución de la Dirección, las normas para Viajes de Estudio y Extensión Cultural, a las que debían ajustarse los diversos grupos que pretendían realizarlo No fueron viajes de “fin de curso” sino de extensión cultural con una preparación previa y un serio trabajo en la formación de grupos. En ese viaje piloto fueron los alumnos Ricardo Andresik, Miguel Ángel Fasson y José E, Gregui, bajo la dirección del regente Eduardo Madero. La preparación duró dos años y la gira que “NUNCA MUCHO COSTO POCO” fue fructífera, en un frío invierno recorrieron las ciudades italianas de Génova, Pisa, Roma, Asís, Florencia, Venecia, Verona, Milán, y Turín; las francesas de Marsella y Paris, las españolas de Barcelona, Madrid, Toledo, Escorial, Valle de los Caídos, Córdoba y Sevilla y las portuguesas de Villa Real de San Antonio y Lisboa. Visitaron museos, catedrales, lugares históricos, centros culturales e incluso plantas industriales.
Sin duda el mejor resultado era el cambio de actitud que se producía en el joven, entre asombrado y comprometido, con claros signos de madurez y agradecimiento.
El contacto directo con Su Santidad el Papa o con centros industriales muy desarrollados, como Heidelberg, Olivetti o Pegaso, fueron hechos imborrables en la formación recibida por muchos alumnos. Trabajaron mucho para el crecimiento del VER los docentes Betty Turletti, Luis Ferroni, Hugo Bagge Bengtsson, Ricardo Turconi, Héctor Fiorito y Victoria Passerini.